Necesito vacaciones de las vacaciones

Un monton de sombrillas de playa de rayas azul y blanco y butacas azules en una playa. Parecen vacaciones en un resort muy turisitico.

¿Te ha pasado eso de necesitar una semana más para “recuperarte” de las vacaciones?

La paradoja del descanso en la era de la hiperactividad

Es Lunes de Pascuas por la noche. Primer día de trabajo después de las vacaciones de la Semana Santa.

Esta mañana, al dejar a los niños en el colegio —no sin drama, porque el pequeño quería quedarse en casa a ver Solo en casa —, en vez de sentarme a trabajar, me quedé haciendo scrolling en Instagram.
Entre historias, vi que una amiga había reposteado una imagen con un mensaje simple:
“Necesito vacaciones de las vacaciones.”

Y me tocó. Me hizo pensar. ¿Por qué estoy tan cansada? ¿Por qué este regreso a la rutina se siente más cuesta arriba que otras veces? ¿Es normal volver de las vacaciones con ganas de descansar… otra vez?

¿Disfrutar o tachar pendientes?

Cada vez que nos vamos de viaje en familia, tengo la sensación de que planeamos una carrera de obstáculos. Hay que aprovechar. Conocer. Fotografiar. Compartir. Hacer. Hacer. Hacer.
Y aunque muchas veces lo pasamos bien, al volver hay una pregunta que no me deja en paz: ¿de verdad esto era descansar?

La trampa de las vacaciones hiperactivas

¿Te ha pasado eso de necesitar una semana más para “recuperarte” de las vacaciones? No eres la única. Las investigaciones muestran que muchos adultos sienten más estrés tras un periodo vacacional demasiado cargado. El psicólogo canadiense Daniel Siegel, por ejemplo, habla de la necesidad de equilibrio en nuestras rutinas y en el cerebro: demasiado estímulo lleva al caos; demasiado poco, a la rigidez.
Pero el descanso real, dice, está en esa zona media: donde hay pausa, conexión y presencia.

¿Por qué nos cuesta tanto parar?

Vivimos en una cultura donde hasta el ocio se mide en productividad. Si no "aprovechamos" el tiempo libre, parece que lo estamos desperdiciando. Es lo que algunos llaman leisure guilt: culpa por no estar haciendo algo "útil".
Y esto lo arrastramos también a nuestros hijos: colonizamos su tiempo con planes, pantallas, aprendizajes. Pero ¿qué pasa con el aburrimiento? ¿Con el simple juego libre? ¿Con estar?

Soñar con unas vacaciones sin calendario

¿Qué pasaría si en lugar de planear cada minuto, dejáramos espacio para la improvisación? ¿Si priorizáramos la conexión en vez de la cobertura de actividades?
Quizás unas vacaciones realmente reparadoras se parezcan más a esto:

  • Días sin despertador

  • Ratos de lectura compartida

  • Paseos sin rumbo

  • Juegos lentos

  • Siestas en una hamaca

  • Tiempo sin fotos, sin publicaciones, sin testigos

No todo tiene que ser exótico ni épico. A veces, el descanso está más cerca de casa… y de lo cotidiano.

¿Y si redefinimos el descanso?

Volver de vacaciones agotados no es un fracaso. Es una señal. Tal vez necesitamos vacaciones distintas, menos coreografiadas. Más reales.
Unas que nos permitan estar. Con nosotras mismas. Con los nuestros. En el momento. Sin presiones.

Y si eso incluye ver Solo en casa por quinta vez (durante la Semana Santa :), que así sea.

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