Volver al pueblo: cuando el pasado te abraza

Una casa rustica de paredes blancas y techo marron, en un campo verde, de primavera, con arboles en flor. Parece casa del campo de montaña de Europa del Este.

Volver al pueblo no es solo reencontrarse con las personas, sino también con las versiones pasadas de uno mismo.

Dentro de muy poco empiezan las vacaciones de Semana Santa. Muchos ya estamos mirando escapadas, rutas, paisajes nuevos por descubrir —de hecho, en este blog hemos hablado de varios planazos para esta época del año—. Pero para muchos otros, hay un destino que nos tira más fuerte que cualquier guía turística: nuestro pueblo natal.

Ese lugar que huele a infancia, al bizcocho recién horneado, a tierra mojada después de la lluvia. Ese lugar donde aún viven nuestros padres, abuelos, tíos o los vecinos de siempre, los que te vieron crecer y aún te llaman por tu diminutivo.

🐣 Una tradición que no cambia: Święconka

Una de las tradiciones que más me gusta de mi pueblo es la Święconka, una ceremonia sencilla y preciosa. Cada Sábado Santo, las familias preparan con mimo pequeñas cestas de comida simbólica: huevo duro, pan, sal, salchicha, rábano, pastel… y las llevan a la iglesia para que el cura las bendiga.

Recuerdo a mi madre levantándose temprano ese día. Hervía los huevos con cáscaras de cebolla para darles un color marrón cálido, casi dorado. Luego los colocaba con cuidado en la cesta, junto a un trozo de pan y una ramita de boj. Todo cubierto con un paño bordado. Cada detalle tenía su sentido, su lugar, su cariño.

Después al día siguiente – El Domingo de Resurrección, esa comida bendecida se repartía en familia, deseándonos salud, amor y buena suerte para el año que empezaba de nuevo, en clave espiritual y simbólica.

Pisanki: arte y paciencia

Los pisanki, los huevos decorados a mano, son otra de las joyas de la tradición polaca. Aunque existen muchas técnicas —desde teñirlos con elementos naturales hasta pintar auténticas filigranas con cera—, todos tienen algo en común: se hacen con calma, en familia, como una forma de conectar y crear algo bello.

En algunas regiones también se hacen palmas (palemki), ricamente decoradas, que se llevan a misa el Domingo de Ramos. Y por supuesto, no falta el Lunes Mojado (Śmigus-Dyngus), cuando los chicos persiguen a las chicas para empaparlas con agua… una tradición antigua que simboliza purificación, fertilidad, y, admitámoslo, muchas risas.

Volver para reconectar

Volver al pueblo no es solo reencontrarse con las personas, sino también con las versiones pasadas de uno mismo. La casa de la infancia, el banco del parque, los olores de la cocina familiar… todo nos habla, nos recuerda, nos abraza.

Y tú, ¿hace cuánto que no vuelves al lugar donde creciste?
¿Hay alguna tradición que te emocione especialmente?
¿Te has llevado a tus hijos alguna vez para que conozcan esa parte de tu historia?

Hacer maletas con raíces

Está genial planear escapadas en familia y descubrir nuevos lugares —en Rumbo Variable nos encanta hacerlo—. Pero también es maravilloso volver a casa, aunque sea por unos días, y dejar que el pasado nos abrace con sus recuerdos cálidos y sus sabores de siempre.

Anterior
Anterior

"Donde viven los monstruos": miedos, emociones y el poder de la imaginación

Siguiente
Siguiente

Niñas emprendedoras y bolsas de caca: reflexiones desde una esquina del barrio